jueves, 23 de marzo de 2017

PIDIENDO ROPAS PRESTADAS


Quisiera compartir contigo este devocional basado en el libro de Ester, para mayor comprensión del pasaje se sugiere leer los capítulos previos.

ESTER 6:7-9    
Y respondió Amán al rey: Para el varón cuya honra desea el rey,
traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está puesta en su cabeza;
y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey.

Aman es un hombre arrogante y con ansias de poder.  Ante la pregunta del rey, no se queda pequeño en responder. Al desear la vestidura, el caballo y la corona real, ¿que está pidiendo? Poder, reconocimiento, respeto y este último no se compra.  Está pidiendo la misma honra que un rey tiene, se está poniendo a  la altura de una posición que no se le ha sido otorgada.  Pero esto es lo que devela su corazón, un corazón envidioso egoísta y presuntuoso, un corazón 2.0 pero recargado de odio, orgullo y homicidio. El está en una posición de autoridad, pero quiere más, el poder atrae poder. Y con tal de obtener lo que desea, ¡es capaz de todo!

¿Hasta dónde puedo permitir en mi vida querer ser quién no soy, anhelar o imitar a otras personas, buscando satisfacer mi ego? O quizás pretender vivir una vida cristiana creyendo que soy mejor que otros “haciendo cosas para Dios” y esperar recibir mucho más, como respuesta a “mi trabajo para Dios.

 Amán estaba pidiendo a gritos un reconocimiento oficial.  Creo que muchas veces he actuado haciendo cosas en nombre de Dios para recibir aprobación, ¡qué triste!  Meditaba en esto, en el “yo” que quiere ser alimentado para sentirse bien, porque nuestra naturaleza humana pide ser aceptada, reconocida, aplaudida, esa es la carne operando en todo su esplendor. 

Sin embargo, el camino de Cristo nos muestra que nuestra vida no puede estar centrada en mí y este yo debe morir cada día para que el señorío de Cristo crezca y aplaque esta naturaleza que se rebela para ser honrada.

El reconocimiento es para ser aprobados y cuando busco esto, reconozco que algo no está bien y esto tiene que ver con la actitud interna de mi corazón, nuestra identidad, ¿quién soy?

En Cristo tengo una identidad, soy hija de Dios, tengo un real sentido de pertenencia, soy propiedad de él, el me ha dado una posición, estoy sentada en los lugares celestiales, el me ha dado autoridad espiritual.  Entonces, si mi identidad ha sido dañada por mi carne, cuando baso mi vida, en “mis buenas ideas”, en “mis capacidades”, en “mis logros” o en “mis propias fuerzas”, estoy dando lugar a que el yo se nutra de orgullo y superioridad. 

– ROMANOS 12:3
Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.

La Palabra de hoy es una bofetada al mismo yo, debo pensar de mí con “Cordura” o sea, con prudencia, con sensatez y juicio.  Es la medida que nos pide Dios para vivir en equilibrio, sin irme al extremo de una autoestima baja o de un complejo de superioridad.

El profeta Miqueas en 6:8 nos dice: “El te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el SEÑOR de ti, sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?

Por último, mi identidad en Cristo me lleva inmediatamente a tener la convicción que soy valiosa para Dios, que me ama con amor eterno, que no necesito la aprobación de otros, sino que debo vivir una vida que agrade a Dios, pero no esforzándome por mis propios medios, dejando que su Espíritu obre en mi.  El Señor me valora por quien soy, no por lo que yo haga.  No necesito pedir ropas prestadas, como seguridad, poder, respeto o aprobación.  Una vida santa, humilde, fiel y conforme al corazón de Dios, será recompensada por la corona de vida eterna.


Señor, necesito humildemente más de ti en mi.  Ayúdame a darte siempre tú lugar en mi vida, a reconocer el gobierno, señorío y autoridad tuya en el trono de mi corazón.  Rechazo la inseguridad, la vanagloria y el sentido de aprobación en mi vida, y declaro mi dependencia absoluta de ti día tras día, en el nombre de Jesús. ¡AMEN!



1 comentario:

  1. Al Señor toda la gloria "creadasparecrelive", gracias por sus comentarios, es una bendición compartir lo que El me ha estado eseñando y lo sigue haciendo, pues el que comenzó la buena obra, un día la ha de terminar.....

    ResponderEliminar